Teatro Nacional. Con los ojos de viajeros fugaces

Extracto de la bitácora de los esposos Pachta en Primera Expedición Panamericana Integral.

\SJ/  Esta mañana, visitamos el Teatro Nacional y el Museo Nacional.

♦ El Teatro Nacional tiene todo el esplendor y toda la pompa de los viejos teatros de Europa, ya que es obra - si bien pagada por el café costarricence, y construida por manos costarricences - de arquitectos, ingenieros, escultores, pintores, europeos, especialmente italianos; lo que, a su vez, no impide que los candelabros hayan sido copiados de los de la Opera de París.



El Teatro Nacional

   En estilo y concepto, este Teatro Nacional no sorprende - hay otros como él; lo que es fuera de lo común y lo que lo hace atractivo es su escala comparativamente pequeña - nada de megalomanía en el tamaño del escenario, en el tamaño de la sala, en la grandiosidad del foyer; toda la suntuosidad que corresponde a este tipo de teatro está compactada en dimensiones casi íntimas; es esta combinación de suntuosidad de estilo y de moderación de tamaño no habitual hoy en día, y aun en el siglo pasado, que da a este Teatro Nacional su personalidad distintiva.

  Pero lo verdaderamente extraordinario es que semejante centro de cultura se haya construido donde y cuando fue construido; ¿qué movió los Costarricenses a construirse semejante foco cultural cuando Centroamérica se conocía más que nada por sus enfermedades tropicales?; quizás el mismo espíritu progresista que hizo que Costa Rica fuese el primer país de Centroamérica en cultivar café - como resultado de una búsqueda diligente y activa de algo exportable e imponible; así, en 1825, se llevaba café a lomo de mulas, en 1846, en carretas, en 1890, en ferrocarril; y luego que fuese el primer país centroamericano en cultivar bananas.

♦ El Museo Nacional es notable, primeramente, por su edificio; nada de fachada renacentista u otra, nunca se le levantó un palacio ad hoc; se anida simplemente, y muy simbólicamente, en la antigua fortaleza colonial que protegía San José; y lo mejor es que no se anida allí porque los militares ya no hubiesen querido más la fortaleza después de haberse mudado a cuarteles mejores y más modernos, sino porque el pueblo de Costa Rica ya no quiso más militares: después de una última revuelta, abolió el ejército, y hasta hoy, como ya dicho, gasta el dinero en educación y otras actividades creativas.

Como símbolo dramático de este vuelco, la fortaleza, al mismo tiempo que protege, en su interior, las pertenencias del museo, todavía muestra muy claramente, en sus muros externos, las marcas de la metralla de aquella última revuelta que señaló el fin del militarismo en Costa Rica.


Tomado de:http://primera-expedicion-panamericana-integral.com/

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