Sombras de un Pasado. José David Naranjo


Reseña del libro:

Son  las sombras que se agitan en la oscuridad del pasado, aquellas figuras fantasmagóricas que en ocasiones se materializan ante nuestros ojos para venir a recordarnos nuestra debilidad, hacernos ver el estigma de toda una generación, o bien a clamar por venganza;  son esas las sombras que nos espantan hasta dejarnos sin aliento y con el semblante blanco, incapaces de reaccionar hacia lo que nos dicen desde el más allá…Es entonces cuando una familia, en medio de charrales espinados, caminos de barro colorado, lluvias torrenciales, y bajo calcinantes soles infernales, enfrentarán sus miedos más profundos, y lucharán por sus vidas. Sacarán su coraje a relucir, y con sus machetes bien afilados en el molejón pelearán por más que dinero, contrabando y mujeres. Defenderán el honor y la herencia de un apellido, en una tierra desolada, olvidada por Dios.


Mini extracto con imagen


SUEÑOS

Simón se despertó en un lugar desconocido, a una hora en la que no podía definir si era el crepúsculo o el alba que dominaba. El tiempo era extraño, y la temperatura era baja. Dio una vuelta para percatarse de que se encontraba en un bosque solitario en medio de brumas; pero arriba, en una loma, se divisaba algo así que parecía como un restaurante, con luces y música de fiesta. Decidió subir allí para ver el lugar y buscar respuestas. 
El restaurante era muy grande, con un enorme salón de baile y música jazz al fondo, sin embargo, estaba vacío. Simón vio alrededor y sintió alegría con la vivacidad del ambiente, pero al mismo tiempo una inquietud mascullaba en su interior. El hecho de no ver a nadie allí le causaba cierta desconfianza, así que pronto se decidió pasearse por el lugar a ver si encontraba a alguien. Caminando a lo largo del salón entró por una puerta hasta llegar a unos orinales blancos. Cientos de ellos que se sostenían de la pared en hilera, hasta perderse a lo lejos en la oscuridad. Salió de ahí un tanto perturbado, buscando  algo de luz. 
Caminó hacia el balcón que estaba iluminado por unos farolitos muy brillantes, de esos del tiempo antiguo, y desde allí pudo mirar un espectacular escenario del bosque, y las luces de la ciudad de San Isidro, rodeadas por las altísimas montañas del cerro Chirripó. La luna llena iluminaba radiante el centro del cielo, atiborrado de nubes cerúleas. Luego le pareció ver al fondo del pasillo una silueta blanca que contemplaba el horizonte. Su curiosidad por ver quién era se acentuó, así que se aproximó a ella. 
Era una mujer vestida de blanco, con un cabello precioso, oscuro y ondulado que se revolvía con el viento. Ella pareció advertir la proximidad de Simón, entonces se alejó del lugar dando unos pasitos ligeros con mucha gracia. 
Simón apresuró el paso hasta que finalmente la alcanzó. Le tocó el hombro para advertirle de su presencia, y ella volteó su rostro para verlo. Una mueca de espanto se demacró en el rostro de Simón, al contemplar con horror aquella figura. Tenía la boca como la de una mojarra, exageradamente grande y abierta, con labios finos de rojo intenso y miles de dientitos afilados como agujas reposaban sobre unas encías rosadas que chorreaban sangre. Al ver el espanto Simón sintió como el corazón pegó un brinco que casi le provoca un infarto, un segundo de terror en el que se siente como si el alma cayera en la profundidad de una fosa, y el gélido de la muerte le acompañase en la caída. 
Despertó…
Todo había sido un sueño. Aún estaba acostado en la colchoneta que su hermana Odilie le había facilitado para que durmiera sobre el piso en la sala. Simón secó con la colcha el sudor que le provocó el susto que se había llevado. Luego, a los pocos segundos de volver a la realidad, allí en la sala, en medio de la oscuridad de la noche, escuchó unos pasos largos que se alejaban por la cocina entre las sombras, cimbrando al pisar la madera de aquella casa vieja donde había pasado la noche, y todo para evitar la ira de su estricto padre, quien no le hubiera perdonado otra noche más de parranda.

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