Unas cuantas palabras antes que estas, los viajeros vienen saliendo de Nicaragua y se acercan a la frontera con Costa Rica, para seguir su camino por toda América. Esta es la primera parte de lo que encontraron en nuestro país, en los años 80s.
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La fotografía no pertenece a la bitácora de la expedición ni a este texto. La época de la imagen tampoco corresponde. Es meramente ilustrativa. |
En la frontera, nos pasamos las dos horas normales de trámites, pero sin problemas; nos despedimos de nuestro custodio en términos de mutua simpatía, y mencionando la posibilidad y esperanza de encontrarnos nuevamente a nuestro regreso.
Así fue nuestro paso por Nicaragua. Así fueron las anotaciones cautelosa- y diplomáticamente silenciosas de Božka.
Y ahora tenemos un problema: ¿qué hacer con toda la comida que compramos para pagar los quiméricos tributos de guerra de bandas anti-revolucionarias no-existentes. Bueno, deben de existir, pero nosotros no las vimos. A lo largo de la carretera que nosotros tomamos, nada: ni un puesto militar, ni un puesto policíaco. ¿Cómo es que la gente habla de lo que no sabe? Si todo lo que se cuenta del mundo corresponde, o mejor dicho no corresponde, de la misma manera, a la realidad, qué falsa imagen del mundo tenemos.
Después de México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, la aduana de Costa Rica es otro mundo. Hay oficinas de verdad, oficinas de mampostería, bien arregladas, en el mismo estilo que en Vespuccia y Canadá.
Hubo algo de papelerío, hubo una fumigación; la inspección del vehículo fue una curiosidad de todo lo que hace falta para nuestra Expedición de cuatro años.
En otras palabras, sin dolor ni pena, estamos en Costa Rica, y estamos aquí dentro de la validez de nuestra visa obtenida tan fácilmente, después de tantas aprensiones, hace dos meses menos dos días - lo que vale decir que habrá que prorrogar la validez cuando lleguemos a la capital, San José.
En cuanto a las vueltas y aprensiones que precedieron la obtención de nuestra visa costarricence, ahora las vemos en otra, sorprendente, perspectiva. Descubrimos que los únicos países de todo el vasto mundo que no necesitan visa - a más de los cuatro vecinos, antiguos miembros de las Provincias Unidas plus Panamá, y a más de España, la madre patria - son, y que alguien nos explique el porqué ... Lichtenstein, Luxemburgo, Suiza, Suecia, Austria, Bélgica y los Países Bajos. Bien curioso, este puntilloso favoritismo cuando tantos otros países parecerían igualmente honorables.
Nuestra primera impresión de Costa Rica es de un verdor exuberante. ¿Cómo puede ser que cambia así de un lado de la frontera al otro? - y no tiene nada que ver con régimen político. En Nicaragua, los campos están bien labrados y productivos, este verdeo es de vegetación natural, no de cultivos; al contrario, no hay cultivos.
La topografía está llana con leves ondulaciones.
Ahá, no recorrimos muchos kilómetros, que el verdor exuberante desapareció, la flora se volvió más común y todavía nada de cultivos; en realidad, muy poca gente.
La carretera, buena. Desde que cruzamos la frontera, sigue la consigna vespucciana de no pensar, de manejar solamente - en otras palabras, la inútil complejidad de las marcas en la calzada es el fiel reflejo de la histeria vespucciana; pero el chofer de la Expedición sigue usando su cabeza, piensa primero, maneja luego; no se va a dejar embrutecer.
Entrada a Liberia. 1960 La fotografía no pertenece a la bitácora de la expedición ni a este texto. La época de la imagen tampoco corresponde. Es meramente ilustrativa. |
Pasamos el pueblo de Liberia. Hay más gente, incluso hay cultivos. El terreno sigue llano, pero a la izquierda, en la distancia, se ve una cadena de montañas, de volcanes; cinco volcanes. Es impresionante cómo Centroamérica está pespunteada de volcanes.
Por nuestro mapa topográfico, eventualmente, la carretera se encontrará con las montañas - es lo que queremos para salir, elevarnos, de este ambiente pesado.
Ya aprendimos que, en Costa Rica, la nafta se vende por litro; las marcas de la nafta son las vespuccianas.
En Costa Rica tampoco, se puede olvidar que uno está en el centro de América: así lo proclama cada placa de cada vehículo.
Los camiones no transportan más gente como animales, sino cargamentos de cebúes.
Todavía no vimos muchas viviendas, pero las que vimos no son del tipo chozas de bambú y barro que prevalece en los países anteriores.
Temporada de verano en Puntarenas 1978 La fotografía no pertenece a la bitácora de la expedición ni a este texto. La época de la imagen tampoco corresponde. Es meramente ilustrativa. |
Llegamos a la altura del puerto de Puntarenas, y, finalmente, la carretera está entrando en la sierra.
Se hace penosamente obvio que vamos siendo atrapados en un inflexible desfile de Costarricences regresando de su excursión dominical hacia sus hogares. Es fácil acordarnos que lo mismo nos pasó - cuánto tiempo hace ya, en Alaska. Seguir en estas condiciones en esta ruta sinuosa sería perder el tiempo.
Sí, si bien es todavía bastante temprano en la tarde, nos paramos ya para la noche, mientras los centenares de automovilistas domingueros siguen desfilando hacia sus hogares, terminando su día al aire fresco en un buen baño de contaminación directamente de los escapes, como sucede alrededor de todas las ciudades de la Tierra - y eso que el precio de la nafta en Costa Rica es elevadísimo, tan caro como el más caro que pagamos en al Artico canadiense; y hay una sola calidad: mediocre.
De todos modos, no queremos llegar a San José hoy sino mañana por la mañana, lunes.
Por fin, pasamos una noche tranquila en nuestra cantera, justito en las condiciones climáticas ideales, con una temperatura mínima de 18 grados, y sin humedad; y, naturalmente, sin custodio.
Lamentablemente, nuestra esperanza de encontrar, esta mañana, una radioemisora decente fue defraudada; durante el desayuno, estuvimos sometidos a un bombardeo implacable de una mezcla de noticias y de publicidad entreveradas sin interrupción frase tras frase; no, mejor dicho, no era bombardeo, porque, entre bomba y bomba, uno puede correr y esconderse - era una metralla de la cual no había salvación.
A los pocos kilómetros de andar, echamos un vistazo a otro pueblo Buenos Aires, el primer Buenos Aires, de los que vimos, que fuese un pueblo de verdad, bastante prolijo y lindo, mayormente de casas con jardines.
También, en los pocos kilómetros recorridos hasta ahora, hicimos el lamentable descubrimiento de que una estupidez, por más indefendible que sea, cuando repetida suficientes veces, se acepta sin titubeos; Costa Rica también se dejó convencer de que una inversión de 180 grados en el sentido de andar y que se representa gráficamente como una (n), hay que llamarla una vuelta en U. Muy lamentable, la propagación de esta yerba mala.
Ah, sí; corrigiendo una impresión de ayer, esta mañana, vimos varios casos de camiones transportando gente.
Hasta ahora, no vimos ni basurales ni basura suelta. En realidad, todo está bastante prolijo; ayer, vimos muchos cercos bien pintados, bien cuidados; ¿por qué será que, en un país, es así, y en otro, es asá?
Lo único que sabemos es, que, en Chisasibi, allá en la bahía de Hudson, era un basural; que, en las reservas paraborígenes de Vespuccia, había más basura que en cualquier otra parte; que, en México, había una basura tremenda; pero aquí, en Costa Rica, un país sin "indios" y en 95/oo caucáseo, no hay basura. ¿Será, ergo, que "indio" = basura, y basura = "indio"? Muy lamentablemente, porque preferiríamos que fuese de otra manera.
Mientras anotábamos lo anterior, pasamos por un campo cubierto de lonas, como los tabacales de Nicaragua, pero estas lonas, totalmente negras; si tuviésemos un custodio, seguramente ya sabríamos qué era - la desventaja de no tener un custodio.
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