¿HAY ELEMENTOS
RACISTAS EN COCORÍ?
Olga Marta Rodríguez Jiménez*
ABSTRACT
The present work exposes the thesis that Cocorí posses the own
ambivalence of the texts that have the novel category, in agreement with the
theory. It is discussed that there is no presence of racism is this tale, in
accordance to the basic elements universally accepted as signs of racism. On
the contrary, black people and their culture are ennobled in the spiritual,
artistic, moral, humane, and intellectual ways. In this work it’s affirmed that
Cocorí is a work inserted in the history, in the reality, and these are
necessarily ambivalent, like every great novel.
Key words: Cocorí, racism, novel, culture, ambivalence.
RESUMEN
El presente trabajo expone la
tesis de que en Cocorí se da la ambivalencia propia de los textos que
poseen la categoría de novela, de acuerdo con la teoría. Se discute que no hay
en esta obra presencia de racismo, según los elementos básicos aceptados
universalmente como signos de racismo. Al contrario, los negros y su cultura
son enaltecidos en la obra en los campos espiritual, artístico, moral, humano e
intelectual. En este trabajo se afirma que Cocorí es una obra inserta en
la historia, en la realidad, y éstas son necesariamente ambivalentes, como toda
gran novela.
Palabras clave: Cocorí, racismo, novela,
cultura, ambivalencia.
* Máster en Literatura
Latinoamericana. Profesora de la Escuela de Estudios Generales y profesora investigadora
del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad de Costa Rica.
La obra Cocorí tiene como
eje un problema
filosófico de valor universal,
formulado como
una gran pregunta: Por qué
seres que hacen
el bien duran
poco tiempo, y otros que son destructivos
viven muchos
años. Buena
parte de esta
creación literaria, de trama
relativamente sencilla, se desarrolla con base en la búsqueda de la
respuesta a esta interrogante,
por parte de un niño
de sólo siete años: Cocorí.
El autor de esta novela corta,
Joaquín Gutiérrez
Mangel, señaló en vida, múltiples
veces, que hizo la elección del nombre del personaje central, que es el mismo
de la obra, en homenaje a
nuestro héroe aborigen, el
cacique Cocorí. Como
vemos, el autor coloca a su
personaje en un alto sitio.
Le da el nombre de un héroe
registrado por la
Historia Nacional y respetado por
el pueblo.
Cocorí, niño negro, a partir de
la inspiración
que le motiva el amor a una niña
de otra etnia
y cultura, se lanza en una
travesía, que lo sumerge
en la intrincada y peligrosa
selva, en busca
de la respuesta a la pregunta
central de la novela.
La pregunta no es escuchada por
Cocorí en boca
de otros. Él mismo la concibe con
base en su experiencia
personal: una rosa roja que la
niña le
regala solo dura un día y luego
se marchita y se
desintegra.
En la obra, además de esa
pregunta-problema
central hay otras propuestas de
valor universal, todas concebidas o realizadas por Cocorí.
Una primera es el impulso y la
fuerza que
da el amor o, más
específicamente, el estar enamorado.
La decisión de Cocorí de ir en
busca de
la respuesta a su pregunta,
decisión que toma por
sí solo, así como concibe la
pregunta por sí mismo, está impulsada por sus sentimientos de amor
a la niña.
Otra, es el éxito del trabajo en
equipo. Sabemos, por propia experiencia humana, que pocas
empresas con importantes niveles
de dificultad
pueden acometerse con el solo
esfuerzo individual.
Para realizar su empresa, Cocorí
es capaz de
formar un equipo que hoy
llamaríamos interdisciplinario.
Nuestro personaje logra
involucrar en su
proyecto a una “señora” sabia y
de respeto, doña
Modorra, la tortuga, poco
proclive a decisiones
irresponsables, y a un mono Tití,
este sí infantil y
alocado, pero bastante útil para
el proyecto. Los
tres forman un equipo equilibrado
en sus atributos
y en sus condiciones para
enfrentar con éxito la
empresa. Cocorí es el alma del
proyecto, con su
decisión lleva la fuerza anímica;
doña Modorra es
sabia y prudente y el Tití es
ágil. Gracias a la heterogeneidad
del grupo, es que pueden hacer el
viaje y salir sanos y salvos de
la peligrosa selva.
Y en la forma como Cocorí
consigue integrar
este equipo, hay un tercer
planteamiento de
valor universal. Lo logra gracias
a acciones bondadosas, las cuales comprometen de manera sólida
a sus beneficiados, luego
colaboradores suyos.
No hay ofertas ni ardides de su
parte:
Doña Modorra se involucra en la
empresa
del niño, porque éste le salva la
vida al voltearla, cuando por accidente se queda panza arriba. Ella
lo dijo: habría muerto quemada
por el sol o por el
ataque de algún animal durante su
estado de indefensión.
Al mono Tití lo libra de morir
desollado, pues el campesino se dispone a bañarlo en agua
hirviente, cansado de las
fechorías que los titíes
hacían en sus cultivos. A un
tercer ayudante, éste
más ocasional, el pajarillo, lo
libera del apetito del
Tití, y así le salva la vida.
Acción bondadosa en la
cual participa también doña
Modorra.
Conviene dejar aquí el asunto
relativo a
las concepciones y acciones con
valor universal
de que es capaz Cocorí, para
orientarnos hacia la
respuesta a nuestra pregunta
propia: ¿hay elementos
racistas en la obra Cocorí?
Nuestro problema específico surge
del hecho
de que existen opiniones e
incluso tesis, en el
ámbito nacional, en el sentido de
que esta obra es
racista contra la cultura negra.
Algunos, breves, elementos teóricos podrían ayudarnos a comprender
mejor la ideología que podría
subyacer
en la obra.
Julia Kristeva, en El texto de
la novela, propone que la novela surge en un momento histórico
de ruptura: el fin de la Edad
Media y el inicio
del Renacimiento, momento en que
la sociedad
pasa del símbolo al signo. El
signo es, de
acuerdo con Kristeva (1981: 31,
33, 47), el ideologema
fundamental del pensamiento
moderno, y
entre otras características, le
señala que su sentido
es resultante de una combinatoria
de la que todo
signo participa con los demás
signos. Se considera
como novela todo texto que revele
el
ideologema ambiguo del signo.
Esta condición
de ambigüedad surge de esa
combinatoria.
El concepto “ambivalencia”
implica la inserción
de la historia (de la sociedad)
en el texto, y del texto en la historia. Se trata del diálogo de
cada texto con el corpus
literario precedente. El
texto como absorción de y réplica
a otro texto
(Idem: 124). Se trata, pues, del
dialogismo que
propone Bajtin, señala Kristeva.
En Cocorí es posible
encontrar tal ambivalencia.
Hija de una época y de una
sociedad determinada, la novela dialoga con éstas, con sus
textos. Y ¿qué más ambivalente,
desde su génesis, que nuestra sociedad latinoamericana y costarricense, compuesta
de seres y de cultura mestiza?
El impacto mismo del que surgimos
fue el
choque de dos culturas bastante
diferentes. Nuestras
identidades son, en este sentido,
ambivalentes.
Ese es el origen familiar de don
Joaquín:
Su padre costarricense, su madre
francesa. Él se crió
en Juan Viñas y en Limón. “Papá
fue masón desde
joven” (Gutiérrez 1999: 51). “Mamá,
muy católica y
conservadora, nos hacía rezar el
rosario, en el mes de
mayo, todos los días”. (Gutiérrez
1999: 58). Vivían
en el caluroso Limón, sin embargo,
su madre cosía
para los niños unos enterizos que “(...)
jamás dejamos
que nos vieran con aquella prenda
de vestir tan
rara, inventada especialmente para
el crudo invierno
europeo.” (Gutiérrez 1999: 56-58).
En Cocorí, efectivamente,
encontramos
conceptos como éste: “En el país
de los hombres
rubios –pensó el Negrito–, las
niñas y las flores
son iguales.” (Gutiérrez 1989:
18). Si en el país de
los hombres rubios las niñas se
parecen a las flores, ¿por qué en nuestros países las niñas indias negras,
mestizas no se parecen a las flores? Es la
pregunta que surge.
O, refiriéndose al barco de los
extranjeros:
El casco del barco relucía sobre
las aguas. Con sus
banderas multicolores y la gran
chimenea pintada de
blanco que arrojaba una gruesa
columna de humo, infundía en Cocorí una temerosa fascinación. Los
ojos querían saltársele.
(Gutiérrez 1989: 14).
La cita anterior de alguna manera
refiere a
la fascinación que el poderío
material de los países
desarrollados, especialmente
Estados Unidos, por su cercanía, nos produce. Pero ¿son estos conceptos
signos de racismo contra la
cultura negra?
Carlos Caballero Jurado
(Caballero
2001: 1) señala que son cuatro
los elementos que
pueden advertir presencia de
racismo:
1- Atribuir al factor étnico una
importancia
antropológica decisiva.
2- Asignar a las etnias
características inmutables, y creer que los caracteres transmitidos
hereditariamente no son solo los
rasgos
físicos, sino también ciertas
actitudes
y aptitudes psicológicas, que son
las que
generan las diferencias
culturales que se
pueden apreciar.
3- Creer que existe una jerarquía
entre razas, de modo que es alguna, o algunas de ellas, superiores a las otras.
4- Entender la mezcla de razas
como un proceso
de degeneración de las razas “superiores”.
Según el Diccionario de la Real
Academia
de la Lengua Española, se
entiende por racismo
la exacerbación del sentido
racial de un grupo étnico, especialmente cuando conviene con otro u
otros. En ocasiones este
sentimiento ha motivado
la persecución de un grupo étnico
considerado
como inferior.
¿Hay tal exacerbación o se
advierte persecución
a la cultura negra en Cocorí?
¿Hay signos
en la novela que permitan
sospechar que ésta, ideológicamente, se funda en la idea de la existencia
de una jerarquía de razas,
siguiendo los
conceptos de Caballero?
¿Será posible colegir de algún
signo de la
novela que se concibe a los
negros como inferiores
a otras etnias, cuando el
personaje central, el
negrito Cocorí, lleva el nombre
de un héroe, cuando su empresa es heroica para un niño de solo
siete años, cuando es capaz de
concebir grandes
ideas y de tomar grandes
decisiones por sí solo, cuando su intervención es la que determina
las propuestas universales de la
obra?
¿Es posible pensar esto cuando el
negrito
Cocorí está presentado de tal
forma que los lectores
lo aman, cuando después de las
primeras
impresiones, debido a las
diferencias físicas propias
de las etnias diferentes, entre
él y la niña se
da una mutua aceptación y cariño,
manifiesta en
regalos recíprocos y en
expresiones como besos?
¿Podrá haber racismo contra los
negros
cuando mamá Drusila, la madre de
Cocorí, es abnegada, preocupada por su hijo, cariñosa con éste, cuando a los
negros se les presenta como honrados
trabajadores: pescadores, aparece
el
carpintero y el campesino
agricultor?
Pero, sobre todo, ¿podrá haber
racismo
contra los negros cuando quien
resuelve la propuesta
filosófica de la obra, la gran
pregunta de
Cocorí, es el Negro Cantor, por
encima, como dice
el autor, de algunas famas
injustas que hay por
la selva?; entiéndase la
sociedad, dada la personificación
de los poderosos don Torcuato y
la
Bocaracá. Y obsérvese el mensaje
crítico implícito
en esta afirmación, en torno a
los poderosos y
destructivos don Torcuato y la
Bocaracá.
El Negro Cantor se revela como un
personaje
bastante interesante. Concibe su
canto como
un trabajo. Su música es
presentada por el autor
como de tal dulzura que las abejas
revolotean alrededor
de su flauta. De esta manera, el
Negro
Cantor representa el pensamiento,
la psicología y
el arte afrocaribeños.
Existe otro detalle
sobresaliente, y es el
hecho de que quien concluye de
manera definitiva
y, dicho sea de paso, hermosa, la
respuesta a
la pregunta de Cocorí es su
madre, demostrándole
cómo, mediante la reproducción,
la rosa puede
permanecer en el tiempo.
Nuestra tesis es que la novela
presenta esa
ambivalencia de que nos habla
Kristeva, precisamente
porque es una novela. La
comparación no
es entre los rubios y los negros,
es entre todos nosotros
como identidad y el otro,
poderoso, como
su barco enorme, alrededor del
cual todo brilla, todo es luz y magnificencia.
La admiración a los rubios,
concretamente
a los angloamericanos, ha sido un
hecho patente
en nuestro medio. Hay que tener
en cuenta que
cuando don Joaquín escribe Cocorí,
1947, hacía
tan solo dos años que Estados
Unidos, y en general
la alianza de “pueblos rubios”,
había ganado la
Segunda Guerra Mundial. Estados
Unidos se eregía
como una potencia indiscutible
del planeta.
Hay una afirmación en la obra
bastante
generalizante que viene a aportar
en favor de
nuestra tesis: la rosa es
comparada con las flores
de la manigua. ¿Qué es la manigua?
Es terreno
cubierto de malezas. Es la
montaña, bastante extendida
por los años cuarenta del siglo
pasado, cuando Joaquín Gutiérrez escribe Cocorí. En la
comparación, nuestras flores de
la manigua salen
desfavorecidas:
Para Cocorí era algo mágico. Retrocedió
unos pasos
asombrado. Él solo conocía las
grandes flores carnosas
de su trópico. Esta flor era
distinta. Jamás podría
cerrar sus pétalos para comerse
una abeja como lo
hacían las flores de la manigua.
Su perfume no tenía
ese aroma hipnótico de las
orquídeas. Era un color
leve como una gasa transparente
que envolvió a Cocorí
en su nube. (Gutiérrez 1989: 18).
Una orquídea es precisamente
nuestra flor
nacional. Pero ¿todo esto
significa que don Joaquín
tuviera una identidad negativa, o
fuera un
deslumbrado frente a la América
anglosajona? Su
vida es conocida y reconocida por
todos como
una historia de lucha por los
intereses de nuestros
países, especialmente de los más
necesitados, y
curiosamente luchó toda su vida
contra la dominación
de los “países rubios”, de los
poderosos; y
mostró consecuencia hasta el día
de su muerte.
Entonces, ¿es la obra como tal la
portadora
de una identidad negativa? Como
hemos observado, hay razones suficientes que indican que
los elementos de identidad
positiva en esta novela
son vastos y relevantes, pero la
realidad, ambivalente
de por sí, está presente en el
texto.
Esto, en vez de afectar
negativamente la
obra, la muestra como una hija
auténtica de su
cultura, donde las identidades
presentan rasgos
de aceptación y de negación; Y,
de acuerdo con
Kristeva, la novela cobra altura
de tal gracias a
esa ambivalencia, pues la
realidad es ambivalente.
En otras palabras, estaríamos
frente a una novela, en el mejor sentido.
Veamos, a modo de ejemplo, la
presencia
de esa ambivalencia en los
personajes, lo cual los
hace humanos, reales, no
maniqueos: Doña Modorra, sabia, educada, prudente, discreta, también
es vanidosa, algunas veces
miedosa, otras veces
pierde un poquito la compostura y
hasta llega a
usar ciertos artificios engañosos
para lograr algún
propósito. El Tití es ágil,
compañero y colaborador, pero también alocado, imprudente, travieso, miedoso y
mentiroso. Mamá Drusila, la
madre de Cocorí, es trabajadora,
amorosa, dulce, responsable, pero cuando se enoja, no es fácil serenarla..
Cocorí es intelectualmente
inquieto, decidido, ayuda a su mamá en las labores del hogar, es cariñoso con
ella, pero, como niño, también es
capaz de desobedecerle, se le
escapa, lo cual causa
sufrimiento a mamá Drusila y, más
todavía, en
otras circunstancias, habría
disfrutado de la desgracia
de la tortuga cuando pataleaba
inútilmente
para voltearse. Sin embargo, las
humanas debilidades
no afectan los valores positivos
de los
personajes, los cuales sobresalen
sobre aquellas.
La ambivalencia no solo se da en
el nivel
de las características de los
personajes, sino en el
texto como un todo: “(...) cada
secuencia posee la
función del texto global”. Cada
segmento contiene
la función general del texto.
(Kristeva, 1981:
25, 191). Esta ambivalencia se
presenta en la novela
Cocorí en su totalidad,
repetimos con Kristeva, porque es novela.
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Este texto es copia fiel de:
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ.
Costa Rica. Vol. XXVIII, Nº especial, pág. 55-59, 2004
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